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Me siento como abriendo algo más íntimo que la puerta de mi casa. Pero disfruten del patio y de todas sus dependencias. ¿O acaso no es así?


lunes, 18 de junio de 2007

Él 2


Voy de éxodo en éxodo. Yo y mis bártulos. Yo y mi incertidumbre a cuestas. Siempre a cuestas. Solo. Pensaba que era lo mejor. Me dejé seducir por el camino de adelante, nunca el de atrás. "Si me querés seguime". Evidentemente, no me quisieron lo suficiente o exigí demasiado. Ahora comprendo, alguna vez había que hacer un alto por elección no por putas casualidades. ¡Huyendo de qué! Si te alcanzaron cuando menos te lo imaginaste y estás tan solo, tan desarmado, tan poca cosa. La vida te ganó de mano, tomó la batuta y ni siquiera se la disputaste. Aceptaste todo como un sino, la marca desde el nacimiento, el acatamiento a los designios de los dioses. Imbécil! Desertaste antes de empezar. Viviste como un cobarde. Ahora la rabia no te alcanza para jugar la partida, porque es tarde y no aprendiste las señas del truco. Y estás aquí mirando los monitores, mirando a María que no te ve. Te ignora. Te deja estar. Te consiente. Sudás como un hijo de puta, olés mal. Es el miedo. La inseguridad, el desconcierto. La espera. Y el silencio.
¿Te vale de algo el equipaje? El que durante estos años trataste de resucitar. ¿Tanto mal me hicieron? Recuerdo el anhelo de mis viejos, a juzgar por las imágenes de mis fotos por toda la casa, mi radiografía, mi diario íntimo. La primera comunión. Las fotos del ejército. El casamiento. Mis hijos. En medio, los dolores, las ausencias, las renuncias, los fracasos y la huída, tardía, como corresponde.

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